martes, 17 de junio de 2014

El Foca

Nadie se pareció tanto a ese mamífero de los mares australes como Stéfano. Bigote tupido, desparejo y abundante, solo se diferenciaba del anfibio por un hocico menos prominente, la gorra adherida al cuero cabelludo y el guardapolvo blanco. Era corpulento, de andar cansino, como agobiado por el peso de sus canastas incontables y el banquito que soportaba con estoicismo de quebracho su peso formidable de vagón de carga.
Cuando se lo veía venir por Elsegood desde su pieza de conventillo en Mascarello frente a los bomberos hasta su indiscutida ubicación en Torres y la entrada de la estación, recordábamos una película de aquel tiempo joven: “La carga de la brigada ligera”. Ocupaba la vereda de pared a cordón. Tenía que trasladar toda su artillería en un solo viaje. ¿Cómo iba a dejar parte de su inventario allí, a merced de los vampiros de facturas y “manises” para una segunda carga? Ni pensarlo.
El negocio había sido iniciado por su hermano, el Foquita. Y Stéfano lo amplió y le agregó mercadería. El Foca fue tan popular en el pueblo como Tom Mix, Art Acord, Hoot Gibson, Buck Jones… nuestros inolvidables héroes de los matinées del Jockey, los domingos a puro cine.
¿Qué vientos trajeron al Foca desde su Bulgaria querida? Nunca se sabrá. Lo cierto es que el Foca dejó un recuerdo inolvidable en un pueblo que lo hizo ciudadano sin preguntarle nunca si aún guardaba nostalgias de los aromas del Maritza, del Vardar o del Kara Su, en su balcánica niñez. Con esa generosidad argentina para los inmigrantes, lo adoptamos. Lo convertimos en whitense por adopción y por consenso. Le hicimos pagar su derecho a la ciudadanía sin pasaporte trucho, robándole algunas bolas de fraile o algún puñado de maníes calentitos, cuando nos corría con un palo y nos gritaba ¡Turo…!
Hoy, cuando pasamos por tu esquina solitaria, sentimos la añoranza de tus golosinas ausentes. Te extrañamos, Foca.
 
 
Extraído de Liberali, Ampelio M. “Historietas Whitenses”. Edición de la Cocina del Museo del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca, Argentina - 1994.

¡Señorita profesora!

“Los inmigrantes que llegaron a Ingeniero White eran delincuentes que escaparon de las penitenciarías europeas”. Así dijo una profesora de un colegio secundario a sus alumnos que escucharon asombrados, azorados, semejante enormidad.
No, señorita profesora. No es verdad.
Con las excepciones que consignan las estadísticas –y que aquí no vamos a escamotear- era gente de trabajo que huía del hambre y la miseria y de las amenazas de la guerra que no tardaron en hacerse realidad más de una vez en la vieja Europa.
Había, es cierto, muchos hombres sin ilustración. Eran solo aptos para tareas duras, difíciles, riesgosas. Trabajadores manuales, empíricos, sin mucha teoría ni razonamiento, pero trabajadores, honestos y cumplidores. Muchos quedaron solteros. No pudieron, no supieron formar un hogar. El paso del tiempo los encontró anclados en una playa, vencidos por la nostalgia de su tierra lejana y ya inaccesible.
Pero muchos otros, con mayor fuerza de carácter, se convirtieron en el tronco vigoroso de las más tradicionales familias whitenses. Son parte de aquellos inmigrantes de todas las nacionalidades que hicieron la raíz cosmopolita del país y contribuyeron a su grandeza con el esfuerzo diario y con conducta honrada y respetuosa.
Son la mayoría, señorita profesora. Y nos sentimos muy orgullosos de nuestro origen. Es bueno que lo sepa. Y que lo diga.
 
Extraído de Liberali, Ampelio M. “Historietas Whitenses”. Edición de la Cocina del Museo del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca, Argentina - 1994.

martes, 4 de diciembre de 2012

INMIGRANTES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1970-2005)

 Ana María Liberali


El Crisol de Razas

Buenos Aires, una de las ciudades más cosmopolitas de América Latina, se ha caracterizado por ser el lugar de destino de grandes masas de inmigrantes desde la segunda parte del siglo XIX. Las particularidades del porteño respecto del resto de los habitantes del país, han derivado de ese crisol de razas que se concentró en el puerto desde sus orígenes. De todos modos se pueden establecer diferencias a través de los ciclos económicos por los que ha atravesado el país, modificándose el origen de dichos inmigrantes y las actividades a las cuales se han dedicado. Mientras que en los primeros tiempos predominaron europeos procedentes de Italia y España, a mitad del siglo XX fueron los inmigrantes limítrofes quienes se instalaron casi en forma definitiva.
Sin embargo, en los últimos treinta y cinco años, se han modificado algunos patrones históricos, generándose la afluencia de nuevos orígenes del poblamiento, como asiáticos, rusos y latinoamericanos no limítrofes.
El objetivo de este trabajo consiste en la determinación de estas nuevas corrientes inmigratorias, las causas de este acontecimiento y las consecuencias socio-económicas en la ciudad de Buenos Aires.
Se tomarán como referencia los datos censales de 1970, 1980, 1991 y 2001 así como bibliografía tanto a nivel teórico como de la temática específica. Se harán consultas en los respectivos consulados y en los lugares de asentamiento.
Los principales aportes estarán referidos a determinar la nueva composición socio-cultural de la capital de la Argentina, y los espacios internos generados.

La Latinoamericanización de una Ciudad Europea

La población extranjera en la Argentina, según datos del Censo de Población de 2001, es del 4,2% sobre un total de 36239635 habitantes, teniendo una desigual distribución a lo largo del país. Es así como la mayor participación porcentual se manifiesta en las provincias patagónicas de Santa Cruz (11,8%) y Tierra del Fuego (11,0%), donde la casi totalidad de los inmigrantes son fronterizos (chilenos), pero que no son representativas por la escasa cantidad de habitantes.
La Ciudad de Buenos Aires, sólo el distrito federal sin considerar el conurbano, cuenta con un 11,1% de población extranjera sobre un total de 2832130 habitantes, y es en la que se ha establecido una mayor diversidad de nacionalidades, alrededor de 35.
Siempre se había dicho que mientras los peruanos descendían de los incas y los mexicanos de los aztecas, los argentinos descendían de los barcos, ya que la mayor parte de la población, en especial de Buenos Aires, provenía de Europa. Ese cosmopolitismo de la capital de la Argentina, de la “Reina del Plata”, característico de los puertos, ha tenido una influencia particular tanto en las actividades económicas como en las pautas culturales. Pero se ha producido un importante cambio en la participación de los extranjeros en los últimos años, existiendo una fuerte latinoamericanización de los inmigrantes.
Tomando como referencia la edad de la población extranjera, puede visualizarse la influencia europea, que en la actualidad no recibe nuevos aportes. (Figura Nro 1).

Cuadro Nro 1: Población extranjera mayor de 50 años. Ciudad de Buenos Aires.
Españoles
29,8
Italianos
26,4
Uruguayos
11,9
Paraguayos
8,1
Bolivianos
4,5
Polacos
4,3
Chilenos
3,2
Peruanos
2,3
Coreanos
1,8
Alemanes
1,6
Franceses
1,0
Japoneses
1,0
Brasileros
1,0
Ex URSS
0,6
Sirios
0,5
Taiwaneses
0,5
Libaneses
0,4
Chinos
0,4
Yugoslavos
0,3
Africanos
0,3
Elaboración propia en base a datos del INDEC. (2001)

Durante y post- segunda guerra mundial, principalmente por motivos políticos, se produce una fuerte inmigración de españoles e italianos, que representa una continuidad de la que, por motivos económicos, llegara al país a fines del siglo XIX y principios del XX. Por otra parte, es destacable el aporte de la población polaca, que en su mayoría está representada por judíos víctimas de las persecuciones nazis.
Estas nacionalidades formaron parte de las bases de la conformación social argentina, cuyos descendientes, ya argentinos pertenecen a la amplia clase media que caracterizó al país.
Si bien en este período, ya los inmigrantes limítrofes comenzaban a hacerse presentes para reemplazar a los trabajadores duros que habían sido los europeos de la etapa anterior, éstos apenas alcanzaban al 30% del total.


La población menor de 50 años está representando el sector más dinámico de la edad activa y los pasivos transitorios trasladados con sus progenitores. Es por esto que nos pareció válida esta división, debido a que si bien la edad productiva económicamente se extiende hasta los 65 años, no reflejan los mayores de 50 años, los movimientos migratorios.
Tomando entonces, esta categoría podemos observar los profundos cambios que se presentan en la sociedad de la capital de la Argentina.
Los inmigrantes de los países limítrofes, incluyendo a Perú que se comporta como tal, llega al 90% del total; Mientras que los europeos quedan por debajo de los asiáticos que muestran un importante crecimiento, desapareciendo por completo los polacos.

Cuadro Nro 2: Población extranjera menor de 49 años. Ciudad de Buenos Aires.
Bolivianos
26,9
Paraguayos
22,4
Peruanos
21,8
Uruguayos
12,3
Chilenos
3,4
Coreanos
2,7
Brasileros
2,7
Españoles
1,8
Chinos
1,3
Taiwaneses
1,0
Italianos
0,9
Franceses
0,7
Ex. URSS
0,7
Japoneses
0,4
Alemanes
0,3
Africanos
0,2
Sirios
0,1
Libaneses
0,1
Australianos
0,1
Elaboración propia en base a datos del INDEC. (2001)

Las principales razones deben buscarse en la situación político-económica de los países de origen, que en el caso europeo, se han convertido en receptores de población latinomericana, inclusive argentina. Por otra parte, si bien la Argentina se encuentra en una profunda crisis económico-social, parece mostrar mejores perspectivas relativas a sus vecinos, en especial en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, que presenta mayor permeabilidad de inserción laboral.

Posteriormente a la realización del Censo Nacional de Población y Viviendas de 2001, se produjo en nuestro país una de las peores crisis política, económica y financiera de la historia, lo que trajo aparejada, además de una gran emigración de argentinos hacia Europa y los Estados Unidos, una marcada interrupción de la inmigración.
Debido a no contar con otro tipo de información demográfica, hemos considerado pertinente utilizar los valores referidos a la radicación definitiva de extranjeros, con que se cuenta en la Dirección de Migraciones. Por otra parte, nos permite observar la tendencia por país en los últimos años.

Cuadro Nro 3. Radicación definitiva de extranjeros en la Ciudad de Buenos Aires

1999
2000
2001
2002
2003
2004
BOLIVIANOS
3981
7609
5809
3696
5531
7099
PARAGUAYOS
2354
2992
3899
1649
2696
2600
PERUANOS
7092
11626
7871
4375
5979
3938
URUGUAYOS
876
832
956
507
709
573
CHILENOS
1094
1099
1055
1544
1001
388
ASIÁTICOS
2031
2267
3707
2020
2728
1059
BRASILEROS
1116
928
1199
591
787
459
ESPAÑOLES
986
770
768
394
403
278
ITALIANOS
364
302
314
142
168
117
AFRICANOS
187
193
147
152
94
81

Elaboración propia en base a datos del INDEC. (2001)

Viéndose en la Figura Nro 3 la merma general de ingresos en el año 2002, se observa a posteriori una recuperación en los años posteriores, no alcanzando en absoluto, los valores previos a la devaluación de la moneda nacional.
Además de las condiciones negativas del país de origen que impulsan a la población a migrar, la paridad uno a uno del peso argentino con el dólar, presentaba condiciones mucho más favorables en el lugar de destino, que permitía tanto obtener ganancias más elevadas en términos de dólar como el consecuente envío de dinero al exterior. Post-devaluación, las diferencias de ingresos son considerablemente menores.
Puede observarse que se mantiene la incidencia de los tres grupos mayoritarios: bolivianos, paraguayos y peruanos, teniendo un fuerte impulso estos últimos en relación con los segundos.
Los asiáticos, cuya caída en 2002, ha sido muy marcada, tuvieron una recuperación en 2003 para luego volver a disminuir en 2004. Si esta tendencia se mantuviera, veríamos una participación muy limitada en los próximos años. Los africanos que habían comenzado a aparecer hacia fines del siglo, parecieran no tener un ingreso consecuente en los últimos años.


DEL ALTIPLANO AL PUERTO

La comunidad boliviana constituye el 0,6% de la población de Argentina concentrándose un 4,7% en la provincia limítrofe de Jujuy y un 1,8% en la Ciudad de Buenos Aires.
El crecimiento en los últimos años ha sido muy elevado ya que en los 80 eran el 6,2% del total de los migrantes para pasar a ser el 8,9% en 1991 y el 15,8% en 2001.
De un total de 50111 residentes, más de 30000 aseguraron contar con familiares o compatriotas conocidos de su lugar de origen. Gran parte de ellos procede de Cochabamba y de otras localidades del Altiplano, lejos está la emigración de las zonas bajas ligadas a la economía del gas.
Si bien desde la década del 80 ingresaron más de 11000 bolivianos, en la década del ’90 casi se triplicaron dichos valores.
El número mayor de radicaciones se otorgó en 2000, con más de 7600 beneficiarios, luego el número fue disminuyendo, y a posteriori de la crisis de 2002, la recuperación casi llega en 2004 a las cifras iniciales, siendo actualmente el más alto de todas las comunidades de inmigrantes.
Si bien más del 40% se dedica a actividades terciarias generales, comercio informal y tareas de mantenimiento, el 30% se trabaja en talleres manufactureros, en especial textiles, generalmente en condiciones de extrema precariedad y en muchos casos, casi de esclavitud. Muchas de estas fábricas se encuentran en negro y son conducidos por otros bolivianos o por la comunidad coreana: “En los últimos treinta años se han ido dedicando a la costura. Lo que sucede es que ahora es más visible por la reactivación económica y el hecho de que en el sector textil no haya tanta importación.” (Jelin et al 2006)
Un 12% del sector masculino se emplea en la construcción y otro tanto de las mujeres, en servicio doméstico. Los niveles de desocupación superan el 20% en ambos sexos.
Son los migrantes con menor nivel educación, estando el 16% de los varones y el 22% de las mujeres sin instrucción o con primaria incompleta.
Una de las mayores concentraciones se encuentra en el Barrio Rivadavia y la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, en Parque Avellaneda, la Villa 20 de Lugano y la Villa 31 de Retiro. En todos los casos se trata de asentamientos que comparten con otros inmigrantes, tanto limítrofes como argentinos de las provincias del norte. Los que han obtenido un mejor pasar, se encuentran distribuidos en todos los barrios de la ciudad.
El ascenso económico es factible por las bajas expectativas de consumo pero el ascenso social es casi imposible tanto para ellos como para sus hijos. Se los denomina despectivamente “bolitas”.
“A los bolivianos se los menosprecia, se los trata como indígenas.” (Jelin et al 2006)
“Por Lacarra y Avenida Directorio, las calles que bordean el parque, buscas argentinos y bolivianos que eligen aprovechar el franco del taller-prisión para ganarse unos pocos pesos más, montan sobre las veredas una feria cambalache para compradores argentinos y bolivianos de derroche austero y de necesidades y gustos bien dispares. En un mismo puesto uno puede encontrarse con películas de los ochenta y los noventa en cassettes VHS originales que seguramente habrán pertenecido al catálogo de algún video club barrial caído en desgracia a partir de la aparición del devedé y la inmediata comercialización callejera de devedés piratas, devedés piratas, vajilla de plata trucha y medias de algodón. Todo, por supuesto, a precios populares. Ya dentro del parque la cosa cambia, aunque sus actividades domingueras sean las mismas, los bolivianos y los argentinos no se mezclan.” (Vázquez 2006).


SIESTA Y TERERÉ

El total de paraguayos en la Argentina es del 0,9% de la población, concentrándose el 1,7% en la Ciudad de Buenos Aires, y un 4,3% en la provincia limítrofe de Formosa.
Respecto del resto de los inmigrantes, se mantienen constantes a través del tiempo, ya que en 1980 representaban el 13,8%, en 1991, el 15,5 y en 2001, el 14,8.
De los 46928 residentes en la Ciudad de Buenos Aires, algo más de la mitad tenía familiares o compatriotas de su pueblo o ciudad antes de migrar, lo que demuestra una gran independencia de este grupo a la hora de tomar decisiones. La mayor parte proviene de los pueblos interiores cercanos a Villarrica y Asunción.
En cuanto a los ingresos, se nota un número importante antes del ’70, luego baja en un 30% y en la década del ’90, duplica la cifras de los ‘70 y los ‘80.
En los últimos años se observa un importante ingreso en 2001, con casi 4000 radicaciones, cayendo bruscamente al año siguiente por la crisis y tratando de reponerse en la actualidad, estando en casi la tercera parte de los inmigrantes bolivianos en el año 2004.
La ocupación industrial es de sólo el 10% de la comunidad, teniendo preferencia por gran diversidad de tareas de tipo terciario, que constituye el empleo de más del 40%. Estas actividades varían desde el comercio hasta oficios de diferente nivel y categoría. El 8,2% que se dedica a la construcción suele tener mayores responsabilidades que el sector boliviano. Los paraguayos son capataces, pintores, plomeros, electricistas, etc. Por otra parte, las mujeres paraguayas son las más requeridas para servicio doméstico, ocupándose en esta rama al 40% de ellas.
El sector masculino sufre una desocupación de alrededor del 20%, mientras que las mujeres, sólo del 15%.
Quienes no cuentan con instrucción o con primaria completa alcanzan a un 20%, siendo muy parejo entre ambos sexos.
La población que ocupa mejores cargos o bien que ha hecho posible una mejor posición económica se encuentra dispersa por todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires, pero los más pobres, se concentran en los asentamientos de peores condiciones de vida: Villa 21, que abarca parte de Pompeya, Barracas y Parque Patricios, la Villa 20 de Lugano, Ciudad Oculta, Mataderos, la 1-11-14 del Bajo Flores y la Villa 31 de Retiro. A algunos paraguayos se los vincula con el contrabando y la distribución de droga.
La sociedad discrimina a los que están en peores condiciones económicas, pero en general se los considera personas agradables, alegres, pero irresponsables. También se considera que bajo los efectos del alcohol, se vuelven pendencieros. Se los denomina “paraguas”, y las bromas hacen referencia a la vagancia, a la siesta y al amor a la vida fácil de los hombres, a costa de sus propias mujeres. La imagen que se representa es a la mujer cargando bolsas mientras ellos lo pasan cantando y tomando tereré (bebida fría a base de yerba mate) o alcohol.
“La discriminación hacia los paraguayos es bastante equivalente a la que sufren los ciudadanos provenientes de cualquier provincia argentina. En todos los barrios populares hay chistes sobre los santiagueños, los correntinos, los riojanos y también sobre paraguayos.” (Jelin et al 2006)


LOS CULPADOS DE TODOS LOS MALES

Los inmigrantes peruanos sólo representan el 0,2% de la población total de la Argentina, concentrándose la gran mayoría en la Ciudad de Buenos Aires, donde representan el 1,4% de sus habitantes.
Se trata de una nueva inmigración que si bien no es limítrofe, se comporta como tal y es así como se la compara con las otras comunidades de ese origen. Por lo tanto, hecha esta aclaración podemos afirmar que en 1980 constituían sólo el 0,4% de los limítrofes, en 1991 el 1,0% y en 2001, el 12,3%. El número mayor de radicaciones se produjo en el año 2000, con más de 11600 casos, disminuyendo hacia 2002 sin presentar recuperación.
En 2001, los peruanos en la Ciudad de Buenos Aires llegaban a 38990, estando desocupados alrededor del 12%.
La crisis en que cayó Perú en tiempos de Fujimori es lo que produjo la expulsión masiva de su población que hoy tiene carácter de inmigrante incluso en Chile. El alto ingreso de la década de los ’90, mostró las más diversas profesiones y estratos de la sociedad peruana. Es una comunidad que presenta muy buenos niveles de instrucción, estando con primaria incompleta sólo el 8% de ellos.
“Una característica de la migración que viene de Perú a la Argentina es que es educada, secundaria y terciaria también. En los sectores de clase media acomodada porteña trabajan empleadas domésticas peruanas que están cambiando los hábitos de comida en este momento.” (Jelin et al 2006)
Los grupos de menor nivel socio-económico habitan, como otros inmigrantes, las villas de emergencia, localizándose principalmente en la 1-11-14 del Bajo Flores, las Villas 31 y 31bis de Retiro y Villa Soldati. Se les atribuye la mayor cantidad de delitos de toda la sociedad. La gente dice, “debe haber sido un peruca”.
“Hay dos bandas enfrentadas por el negocio de la distribución de cocaína. Sus líderes son peruanos, asentados en una villa del Bajo Flores. Llevan años peleándose a los tiros. Y ahora los ajustes de cuentas llegan a Palermo, Boedo y Almagro. (…) Los primeros antecedentes se remontan a 1997, cuando tres peruanos llegaron desde Lima a la villa 1-11-14 con sus familias. (…) El pasado los unía: los tres habrían sido soldados de la organización guerrillera Sendero Luminoso, allá en Perú.” (Barbano 2006).
“Los peruanos sufren una discriminación de otro carácter que tiene que ver con dos factores: por un lado, con el miedo a la competencia porque tienen un nivel educativo muchas veces superior al de la población nativa; por el otro, porque se los asocia con la delincuencia, algo que nunca pasó con los bolivianos. (…) Investigaciones en profundidad demostraron que la representación de extranjeros en la criminalidad era menor que la de nativos.” (Jelin et al 2006)
De hecho esta inmigración ha traído consigo, junto con la esperanza de una vida mejor, una cultura y costumbres muy ricas, producto de la fusión de la milenaria cultura originaria local con la “civilización” española, sumada a la población negra introducida con la esclavitud, y todo el sabor de los pueblos caribeños. En el plano musical, han influido enormemente en nuestros músicos locales, trayendo ritmos nuevos y sabrosos. Los músicos peruanos que hoy están en Buenos Aires traen consigo esta herencia de orden musical y una vasta experiencia que les ha permitido una evolución hacia una salsa distinta acá en las costas del Río de la Plata.


DESDE LA BANDA ORIENTAL

Los uruguayos constituyen el 0,3% de la población de Argentina, pero casi todos se localizan en la ciudad de Buenos Aires, donde llegan al 1,2% del total.
Su ingreso viene aumentando, ya que se registra un 6,0% de ellos respecto de los demás inmigrantes en 1980, un 8,3% en 1991 y 10,9% en 2001.
De un total de 34750 en la Ciudad de Buenos Aires en 2001, sólo la mitad tenía familiares o compadres de su lugar de origen.
Si bien siempre estuvieron presentes en nuestra sociedad, entre 1970 y 1990, se produjeron los mayores arribos, en muchos casos causados por cuestiones más políticas que económicas.
En 2002 se produce, como en el resto de los inmigrantes, una disminución en las entradas,.que se recupera levemente en los años siguiente.
El 60% de esta comunidad se ocupa de tareas terciarias de diversa índole: comercios, oficinas, salud, educación, recreación, etc.
Su participación en el rubro construcción es del 6% y el servicio doméstico supera el 20%.
La desocupación en este grupo poblacional es de aproximadamente el 12%.
Su nivel de instrucción es bastante elevado, no contando con preparación primaria completa alrededor del 8%.
La distribución es ubicua, estando presentes en todos los barrios de la Ciudad, en relación con el nivel socio-económico alcanzado.
Es el grupo al que menos se lo discrimina por no presentar diferencias que lo individualicen de la mayor parte de los argentinos.


DESDE EL OTRO LADO DE LA CORDILLERA

Si bien la población chilena representa el 0,6% de la población de Argentina, las mayores concentraciones se encuentran en las provincias patagónicas, como el caso de Santa Cruz, donde supera al 10% del total provincial.
En la Ciudad de Buenos Aires, sólo constituyen el 0,3% habiendo perdido peso respecto de los otros inmigrantes limítrofes en los últimos años. Es así lo que afirmamos ya que en 1980, daban cuenta del 11,3%, en 1991, del 15,1% y en 2001, sólo del 3,0%.
En la Ciudad de Buenos Aires habitaban en 1991, 9648 chilenos de los que sólo la mitad tenían familiares o amigos del lugar de residencia en el momento del arribo.
Los inmigrantes que llegan a Buenos Aires tienen un doble origen. Los que provienen del área de Santiago-Valparaíso, que tienen un nivel de instrucción mayor y que en muchos casos se trata de refugiados que ingresaron en el período del gobierno de Pinochet y los oriundos del sur del Bio-Bio, que pertenecen a un sector socio-económico más bajo. Tanto las condiciones políticas como las económicas han generado una retención en el origen y por lo tanto, ha disminuido considerablemente el ingreso de estos inmigrantes. El número mayor se registra en el período 1970-79 para llegar a la tercera parte entre 1990-2002/3. Contrariamente a lo ocurrido con otras nacionalidades, en la crisis de 2002 hubo un incremento de radicaciones, habiendo disminuido considerablemente en la actualidad.
Lo que ha cambiado a partir de la devaluación es el sector social ya que muchos empresarios, han localizado sus representaciones en nuestro país por la baratura de los costos de producción con el peso argentino devaluado.
Esto se ve representado en la ocupación predominante que es de carácter terciario en más del 55% de los casos, con una gran amplitud de categorías y rubros. El sector social menos desarrollado se emplea casi en un 8% en la construcción, un 14% como obreros industriales y un 20% de las mujeres en servicio doméstico.
La desocupación de la población chilena alcanza al 12%.
El nivel de instrucción es bastante bueno, estando solo el 8% con primaria incompleta y habiendo un importante número con secundaria completa.
La mayor parte de la comunidad chilena se encuentra distribuida en todos los barrios según su nivel alcanzado, siendo el más bajo el que se encuentra en los asentamientos, principalmente en la Villa 31 de Retiro.
Las relaciones entre argentinos y chilenos se vieron perjudicadas a lo largo de la historia por cuestiones fronterizas, viéndose unos y otros, como factible enemigo en casos de guerra, lo que fuera incentivado por los gobiernos militares de ambos países. Pero también existe una cuestión de competencia y el miedo de ser superado por uno u otro. De todos modos las diferencias son mayores estructuralmente en la sociedad chilena, por lo que la mayor diferencia pasa por las ideas políticas o por el status adquirido. Pereyra (2000) afirma que un empresario chileno se siente más cómodo con otro de igual clase, argentino, que con un obrero chileno; y que un chileno prefiere a un argentino de sus mismas ideas políticas que a un compatriota opositor. La discriminación ha disminuido porque ha disminuido el sector social al que se le atribuía el venir a quitarse el hambre, emborracharse y dedicarse a la delincuencia.


CON SABOR A CAIPIRIÑA

Los brasileros representan el 0,1% de la población de Argentina y el 0,2% de la de la Ciudad de Buenos Aires. La participación histórica ha sido siempre muy baja también en comparación con las demás nacionalidades limítrofes: para 1980 representaban el 4,4%, en 1991 el 3,6% y en 2001, el 1,8%.
En el año 2001 había en la Capital de la Argentina, 5819 residentes, de los cuales más de 3000 aseguraron no contar con familiares o amigos antes de realizar el viaje.
El ingreso de población brasileña estuvo en relación directa con los comienzos de los tratados bilaterales que posteriormente dieran origen al MERCOSUR. Por eso la migración más representativa comienza en los ’80, y tiene su mayor auge durante los ’90. En la actualidad, se observa una disminución brusca en la crisis de 2002, que estimamos carece de recuperación.
Los brasileros de Buenos Aires se dedican en más del 75% de los casos a tareas terciarias, muchas veces ligadas con el comercio (sobre todo informal), las expresiones artísticas, el turismo, etc. La inclusión en actividades industriales es de apenas el 8%, en la construcción es de 0,7% y las mujeres en servicio doméstico no llegan al 10%.
La desocupación en este grupo migratorio es de un 10%.
El nivel de instrucción es muy bueno, siendo de alrededor del 6% la población con primaria incompleta y casi el 50% ha completado sus estudios secundarios.
No constituyen una comunidad concentrada sino que se encuentra dispersa por toda la ciudad.
Si bien no existe una discriminación abierta, se lo respeta en las actividades culturales pero se siente cierta desconfianza en los asuntos relacionados con el comercio.



CON LOS OJOS RASGADOS

Para los argentinos, japoneses, coreanos, taiwaneses y chinos continentales representan lo mismo, de hecho, que la mayoría de la población no los distingue. Pero existen grandes diferencias, en especial, entre los japoneses y los demás.
La inmigración japonesa es absolutamente histórica. La mayor parte de sus integrantes supera los 50 años y no se observan nuevas radicaciones.
Mientras que los demás, denominada “inmigración neoasiática”, comienza en la década del ’70 y continúa hasta nuestros días a pesar de haber perdido intensidad.
El total de asiáticos representa al 0,1% de la población de Argentina y al 0,6% de los de la Ciudad de Buenos Aires.
Los coreanos son mayoría constituyendo el 2,1% del total de los inmigrantes, los chinos, el 0,9% y los oriundos de la isla de Formosa (Taiwán) llegan al 0,7%.
Las radicaciones de asiáticos llegaron a su mayor nivel en 2001, disminuyendo en forma progresiva hasta la actualidad.
En 2001, los coreanos de la Ciudad de Buenos Aires llegaban a 6709.
“En los años 70 los inmigrantes coreanos en Buenos Aires, Argentina, desplazaron a la comunidad judía y armenia del barrio el 11, conocido por sus tiendas textiles y ropa.” (Luna 2002). “Es un negocio basado en la explotación de los trabajadores en talleres no registrados, cuya mercadería termina en las grandes marcas. Muchos de los talleres son de propiedad coreana. Esa simbiosis extraña entre coreanos y bolivianos que se ve en la zona del Bajo Flores viene de Bolivia.”
En el Bajo Flores y Parque Chacabuco la comunidad coreana concentra a la mayor cantidad de sus miembros y conservan gran parte de las costumbres de origen. Gran parte de los comercios de las calles Carabobo y Corea tienen referencias sólo en su idioma, cuentan con sus escuelas, sus templos y lugares de recreación. Muchos de ellos no siquiera aprendieron el español.
En las calles Avellaneda y Aranguren, en el barrio de Flores, se localizaron numerosos comercios de prendas que trabajan tanto al mayoreo como al minoreo con precios muy aceptables, generando una elevada competencia con los demás comerciantes. En este caso, también los chinos participan de las actividades.
Los chinos continentales llegaban a 2788 en 2001, y los procedentes de Taiwán a 2297.
La principal concentración se encuentra en el barrio de Belgrano, pero también los hay distribuidos en todo el ámbito de la Capital.
La mayor parte de ellos se dedica al comercio, en especial, al rubro supermercadista. También los restoranes chinos, en su gran mayoría de autoservicio, han surgido por toda la ciudad.
La integración es mínima, aún cuando gran parte de ellos, en especial los coreanos, han logrado un nivel de vida económicamente alto. La discriminación es importante ya que se les tiene desconfianza, se les adjudica baja calidad en gran parte de los bienes que producen o comercializan y se los relaciona con prácticas mafiosas.


DEL CONTINENTE NEGRO

"La inmigración africana aumentó en los últimos años, sobre todo después de la Caída del Muro de Berlín y ante una Europa que se puso más racista que nunca", señaló la investigadora Miriam Gomes de la Sociedad Caboverdiana.
La presencia de extranjeros oriundos de países africanos es muy visible en barrios porteños como Once, Balvanera y Almagro: los países de origen son Zambia, Senegal, Nigeria, Sudáfrica, Camerún y Costa de Marfil. La mayoría llega a través de la frontera con Brasil. Una de las razones para elegir la Argentina es que el trámite no es tan complicado como en otros países.
La mayor parte de ellos se dedica al comercio.


LOS QUE DESCENDÍAN DE LOS BARCOS

Los españoles forman parte del 0,4% del total de la Argentina, siendo la Ciudad de Buenos Aires donde se encuentra la mayor concentración con un 1,4% del total de los habitantes. En 1980 constituían el 19,7% del total de los inmigrantes, en 1991, el 13,9% y en 2001, el 12,3%. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con 39111 habitantes en 2001. Alrededor del 5% está desocupado. Existe un alto porcentaje de mujeres con primaria incompleta (24,1%) siendo algo menor el caso de los hombres (16,7%). Téngase en cuenta que hoy en día se trata de personas de edad elevada que al momento de su arribo no contaba ni con las posibilidades ni con la necesidad de contar con mayores estudios. Gran parte de los españoles de referencia arribaron a nuestro país por razones más políticas que económicas. La mayor parte de ellos se dedicó al comercio, y en el caso de Buenos Aires, han sido típicos los bares, en especial los de la Avenida de Mayo y los almacenes.
Los italianos representan el 0,6% de la población de Argentina, contando la Ciudad de Buenos Aires con un 1,2% de sus habitantes. En 1980 representaban el 25,7% de la población, en 1991 el 20,3% y en 2001 sólo el 10,6% del total de los inmigrantes. En 2001 en la Ciudad de Buenos Aires había 33581, con un índice de desocupación de alrededor del 6%. Como en el caso de los españoles, un alto porcentaje no cuenta con la primaria completa (26,1% las mujeres y 17,2% los hombres), y muchos de ellos continúan con problemas idiomáticos. La mayor parte de ellos, que actualmente pertenece al sector pasivo definitivo, estuvo a cargo de la construcción, de los mercaditos, la distribución de frutas y verduras, además de comercios de diversos rubros.
Los polacos, la mayor parte de ellos ligados a la comunidad judía, fueron producto de las persecuciones nazis. Representaban en 1980 el 3,0% de los inmigrantes, en 1991 el 1,8% y en la actualidad el 1,7%. En la Ciudad de Buenos Aires habitan 5324 (censo 2001), localizados en su gran mayoría en el barrio de Villa Crespo con comercios en el barrio de Once, en el cual compiten en la actualidad con los fabricantes coreanos.
Lo mismo ha ocurrido con otros habitantes de la exURSS, de la cual hubo un surgimiento de nuevos rusos y ucranianos que no pudieron insertarse en el nuevo sistema imperante.
Quienes constituyeron las bases de la sociedad argentina, españoles, italianos, franceses, rusos, japoneses, alemanes, sirios, libaneses y yugoslavos, si bien aún mantienen un importante número de habitantes dentro de la Argentina y especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, podría ser denominada como “inmigración fósil”, ya que predominan los miembros mayores de 50 años de edad y no hay nuevos ingresos.


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